Esta novela, minuciosamente narrada, cuenta una historia en gran medida verdadera. Porque incluso el detalle más marginal puede servir para enfocar con la máxima nitidez a un personaje raro y bellísimo como el de Annemarie Schwarzenbach, una mujer excepcional. Escritora, arqueóloga, fotógrafa, periodista y viajera, Annemarie es una mujer siempre a la espera, y siempre huyendo de su turbador paraíso perdido. Una mujer que no cesa de buscar palabras para sus libros, imágenes para sus reportajes, mujeres a las que seducir, hombres a los que hechizar. Soledad y coraje para escapar de un papel que la encorsetaba, de su rica familia de industriales, del fatal juego de espejos con la madre Renée. Amores en los que anularse y, una y otra vez, poner en jaque el equilibrio. «¿Cuánto tiempo más estaremos sin vernos?», le pregunta al amigo que la rehuye, antes de huir también ella, siempre más lejos, para construir un laberinto en el que perder a todo el mundo y reencontrarse, finalmente, a sí misma. ¿Quién es realmente Annemarie? ¿La desconcertante criatura de cuerpo efébico de la que uno se enamora con facilidad por su habilidad para ser siempre otra? ¿O la apasionada y autodestructiva amiga de los hijos de Thomas Mann, los «terribles gemelos» Klaus y Erika? ¿Es la sofisticada e independiente consorte del diplomático francés Claude Clarac? ¿O la escritora a la deriva en la Europa incendiada por el nazismo, expulsada del refugio de Engadina y empujada al exilio de Oriente, a los desiertos de Persia y Babilonia? ¿O acaso la morfinómana, la esquizofrénica que se pierde en un viaje hacia los límites de la propia identidad, desde el Hospital Bellevue de Nueva York hasta la jungla tropical del Congo, ese espacio fuera del tiempo en el que reencontrar las palabras que podrían salvarla de la noche y la locura, de sí misma, del mundo? Ella, tan amada, como reza el verso de Rilke, es todas estas mujeres y ninguna a la vez. Thomas Mann le dijo en una ocasión: «Si usted fuera un muchacho tendría que ser declarado excepcionalmente hermoso.»