Paul Veyne plantea los grandes problemas acerca de cómo se escribe la historia. A lo largo de las tres secciones en que se divida la obra (dedicadas al objeto, la comprensión y el progeso de la historia), las reflexiones y las críticas abarcan un amplio ámbito de cuestiones, enriquecido siempre por ejemplos concretos: el campo histórico es indeterminado y desborda las estrechas fronteras que la historiografía tradicional le había asginado; los acontecimientos no son cosas, sustancias o totalidades sino nudos de relaciones; la explicación histórica, de naturaleza descriptiva, se ocupa de organizar el relato en una trama comprensible, mezcla de azar, causas materiales y fines, y no guarda relación alguna con la explicación científica de carácter hipotético-deductivo; las teorías y los modelos de la historia solo son resúmenes de las tramas, mientras que sus conceptos carecen de límites precisos y son únicamente imágenes genéricas; la síntesis histórica funciona como un mecanismo de retrodicción, que trata de averiguar el papel desempeñado por la inducción y la causalidad; la historia carece de método, dada su incapacidad para formular sus experiencias en forma de definiciones, leyes y reglas, y nunca podrá llegar a ser una ciencia; la sociología es una pseudociencia y, a lo sumo, un rótulo más de la historia, etc. Completa el volumen el ensayo "Foucault revoluciona la historia", que muestra las decisivas contribuciones de Michel Foucault a este campo de conocimientos.