Flaubert, al traspasar lo real a su novela, escoge los detalles más significativos, más evocadores, y les da con su varita mágica más precisión, mayor claridad; su estilo es como una lente de maravillosa transparencia que nos aproxima el objeto sin enturbiarlo ni deformarlo, al contrario, haciéndolo en cierto modo más real, de contornos más precisos, más netamente destacados sobre el fondo de lo que no interesa.