Leer hoy a John Donne (1572-1631) es reencontramos -nosotros, habitantes del siglo XXI- con un espíritu afín; es descubrir en un brillante antecesor nuestros sentimientos y voliciones más íntimos y delicados; es acercarnos a una personalidad iniciadora, cuyo espíritu moderno -en el mejor sentido de la palabra- es esencialmente crítico. Le tocó a John Donne, como a tantos grandes escritores, demoler un mundo. Al hacerlo, nos dejó testimonios conmovedores en su severidad y exigencia de verdad. Esa incorruptible integridad testimonial tal vez otorga a sus poemas una frescura que ya sentimos imperecedera.