"Partiré del supuesto de una ciudad corrutísima, donde se incrementen al máximo las dificultades porque no hay leyes ni órdenes que basten para frenar una universal corrupción. Pues así como las buenas costumbres, para conservarse, tienen necesidad de las leyes, del mismo modo las leyes, para ser observadas, necesitan buenas costumbres" (Maquiavelo, Discorsi, I, 18).