La escuela es ese lugar donde se aprenden y olvidan cosas, donde se aprueban y suspenden exámenes, donde se difunden algunos saberes y donde se adquieren algunas destrezas y ciertos hábitos y normas. Pero también es ese lugar donde suceden cosas divertidas, donde se hacen amigos y enemigos, donde los niños y niñas escriben y leen, alborotan y enmudecen, saltan y juegan, afilan los lápices, se enamoran y viven durante la mayor parte de su infancia y su adolescencia, de lunes a viernes, les guste o no. Quizá por todo ello la escuela ha sido y sigue siendo uno de los territorios privilegiados de la memoria. Esa nostalgia del tiempo de la infancia y la adolescencia en las aulas aflora no sólo en la memoria íntima de los seres humanos, sino también en la vastedad inmensa de la literatura. A poco que se escudriñe en el mosaico casi infinito de las literaturas esa memoria de la escuela aparece a borbotones salpicando a tantos cuentos y novelas, a miles de páginas de diarios, a innumerables versos en los poemas. Así, esta obra reúne una deliciosa selección de fragmentos literarios de multitud de autores -desde Cervantes, Quevedo, Machado, Cernuda, Alberti y Neruda hasta Richmal Crompton y Elvira Lindo, pasando por Manuel Rivas, Quin Monzó, Luis Landero o Bernardo Atxaga- que recogen estos ambientes, estas sensaciones, estos relatos, estos ajustes de cuentas y estas indagaciones de la memoria literaria en torno a la vida en las aulas.