Cuando se ama, la vida se llena de rendijas por las que el tiempo siempre está intentando irse. Cuando por fin se marcha, cruje todo, la nada y también la noche, que, como toda leyenda, exige talento.
Un día, el autor, apoyado en la pared, lleno de necesidades y de emoción, con la llama encendida y el cigarro apagado entre sus labios, siente la necesidad de escapar de la piel que una y otra vez invade su memoria. Pero no puede. Es entonces cuando decide no construir a esa mujer, sino descomponerla en una biografía sagrada.
Sé que todo cuanto sucedió se halla en algún lugar del tiempo y que, cuando lo necesito, no siempre está disponible, afirma el escritor en el comienzo del relato. La obra transita por un sinfín de recuerdos en los que lo femenino se queda bailando en el aire como cualquier espejismo.
Celín Cebrián, en su nueva obra, nos acompaña en un recorrido cautivador y fascinante, a través de los años, por distintas ciudades: París, Valencia, Bonn y Madrid. El recuerdo de la mujer se mezcla con la pasión y el amor, el frío o los días de lluvia, pero también con la soledad o la sombra del abandono, que inunda la tranquilidad de un hombre que reconoce que siempre tuvo la necesidad de agarrarse a alguien o a algo, porque nunca supo caminar solo.