Primer título de su trilogía, en "La forja" el autor recuerda sus años de infancia en el Madrid de comienzos del siglo XX donde ofrece un retablo de gentes, costumbres y lugares que nos trasladan de manera vívida a una ciudad que empezaba a ser moderna, pero en la que aún se daban cita todas las tradiciones. Sus años de aprendizaje en la escuela, por ejemplo, muestran un sistema educativo basado en la religión y la jerarquía social; algo que se aplica también a otras facetas de la vida, como el joven protagonista irá aprendiendo cuando comience a adentrarse en el mundo laboral con apenas 13 años. La distinción entre ricos y pobres, entre los poderosos y los vapuleados, es perenne a lo largo de estas páginas; el narrador aporta hechos y situaciones que ponen de relieve el abismo social que existía en la España de la época sin necesidad de recurrir a excursos o tesis: su mirada es penetrante y sagaz, capaz de reflejar en palabras con sencillez las injusticias de las que es testigo.