Todas las mujeres, más de una vez, se han detenido a mirar a ese hombre que tienen en casa, bajo su mismo techo, intentando descifrar qué se esconde dentro de él. Unas han encontrado a un forofo del balón ataviado con un gorro dispensador de cervezas; otras viven la pesadilla de compartir la vida con un metepatas; las más afortunadas, que son las menos, pueden presumir de un compañero romántico y muchas tienen que cuidarde uno que parece más bien su bebé. Vamos, que en la mayoría de los casos los maridos se asemejan más a un desastre que a una bendición