La desaparición del hermano de Carolyn marcó para siempre su vida. Kevin MacKenzie, apodado «Mack», estaba a punto de licenciarse en la Columbia University y nada hacía presagiar que un suceso tan trágico iba a cambiar su destino. Una tarde salió de su apartamento en Manhattan y jamás volvió a ser visto. Eso sí, cada año repite el mismo ritual: llamar a su madre por teléfono el Día de la Madre para comunicarle que está bien y no revelar ningún dato sobre su paradero.