Carta a la criada nos lleva al límite del deseo donde se descubre la fragilidad de la cordura; es una narración hipnótica en la que los secretos y el miedo de la infancia se transforman en voluntad destructiva. En una mansión, rodeada de un gran jardín y poblada de recuerdos, viven dos mujeres. Es la casa donde nació una de ellas y donde vivió con su marido hasta que murió sin que le dejara una sombra de tristeza. A menudo se instala en el salón de invierno a leer y dejar pasar el tiempo, indiferente a todo. Hasta la llegada de Marie-Jeanne, una joven sensual, sin ataduras, que impone su presencia y la arrastra con una pasión ciega. Los demás son personajes que no pueden hablar por sí mismos: la casa que parece habitarlas a ellas, los padres ya muertos, la criada a la que la joven viuda hace depositaria de sus secretos y que tal vez no sea más que parte de ella misma. Émilie Desvaux forma parte de los escritores que consiguen crear un mundo y hacer tangible el misterio que anida en lo más cotidiano.