Un testimonio gráfico y escrito de los crímenes cometidos por ETA en el País Vasco. Un alegato contra el olvido y contra la desmemoria. Un recuerdo de las víctimas y un rechazo frontal de la violencia. Durante un largo invierno, Willy Uribe recorrió el País Vasco y fue fotografiando, el día del aniversario de cada atentado, a la misma hora en que se produjo cada uno de ellos, un centenar largo de lugares en donde ETA había cometido asesinatos. Era el encargo de un diario digital, que él completó por su cuenta cuando ese proyecto se frustró. Y añadiendo unas breves pero elocuentes crónicas escritas. La suma de esas fotografías y los textos que las acompañan constituyen, como escribe en su prólogo Patxi López, el lehendakari vasco, un testimonio cuyo valor consiste en recordarnos que el vacío de hoy se nutre de la presencia de las víctimas que nos fueron arrebatadas en ese lugar. Retratando la ausencia, Uribe nos grita que ahí se cometió un crimen, uno de tantos; que en ese punto preciso la barbarie se cobró una vida. Sus fotografías nos perturban porque arruinan el compromiso con el olvido. Sus palabras nos golpean porque revientan la mentira con la que pretende enterrarse la causa de tanto dolor, de tantas víctimas.