Antiguamente que una mujer consiguiese publicar un libro con su propio nombre era algo imposible.
Las hermanas Bronte
Las autoras de los clásicos, Jane Eyre, Cumbres Borrascosas y Agnes Grey en su día utilizaron los nombres de Currer Bell, Elis Bell y Acton Bell.
Luisa May Alcott
Por miedo a que no se tomasen en serio su obra firmando con su nombre, utilizó el seudónimo de A.M Barnard.
Mary Shelley
Frankenstein se publicó bajo autoría anónima. Los rumores apuntaban a que el autor no había sido ella, sino su marido, ya que una historia tan macabra no podía haber sido escrita por una mujer.
Mary Anne Evans
Quizá este nombre no te suene en absoluto, pero... ¿Y si te digo George Eliot? Pues sí, es un seudónimo que usaba la autora para poder publicar sus novelas.