Toño tiene cuatro abuelos: dos que viven en la ciudad y dos que viven en el campo. Un día, su abuela del campo enferma y muere y Toño se va con su abuelo quince días al campo. Su abuelo le cuenta que cuando su madre nació plantó un cerezo al que llamó Feliz. Para su abuelo ese cerezo tiene un gran valor sentimental, pues representa una de las mayores alegrías de su vida. Un día, el abuelo recibe una carta de expropiación del ayuntamiento. Quieren quitarle sus tierras para hacer una carretera y talar el cerezo. El abuelo lo impide y le denuncian, pero el abuelo muere antes del juicio. La familia de Toño lucha para que no expropien las tierras y, finalmente, lo consiguen. Ahora se ha trasladado toda la familia allí y viven todos muy felices en la casa junto a su querido cerezo.