La muestra presenta obras de cuarenta y una autoras representativas de distintos movimientos y estilos entre 1880 y 1950, pertenecientes a las primeras generaciones de mujeres artistas que se mantuvieron en primer plano dentro del mundo del arte, conviviendo, mezclándose y exponiendo junto a los grandes creadores, masculinos, de su época; formando parte activa de las corrientes artísticas y aportando puntos de vista que las convirtieron en referentes obligados en la historia del arte moderno. A finales del siglo XIX la mujer empezaba a estar presente en las principales instituciones artísticas del momento: algunas academias les habían permitido el acceso a la formación tradicional, hasta entonces reservada a los hombres, y sus cuadros empezaban a exponerse junto a los de los grandes maestros de la época. Su obra reclamó la atención de artistas y críticos que las introdujeron en los círculos intelectuales del momento. A principios del siglo XX la situación de la mujer artista comienza a consolidarse. Hombres y mujeres conviven, trabajan y crean conjuntamente sin atender demasiado a las diferencias de género. La producción femenina se diversifica y está presente en los distintos movimientos y tendencias artísticas desarrolladas en el momento.